Pro Bono: voluntariado corporativo con foco en el talento profesional

Desde su creación en 2001, Taproot Foundation en Estados Unidos ha movilizado más de un millón y medio de horas en trabajo pro bono, lo que equivale a un valor de estos servicios de más de 188 millones de dólares. Por su parte, en Europa organizaciones referencia en el sector como Pro Bono Lab han movilizado más de 32.000 horas de trabajo pro bono en sus siete años de existencia. Actualmente, más de 45 organizaciones “intermediarias pro bono” en más de 30 países del mundo se encargan de movilizar el talento para el cambio social, según los datos de la Global Pro Bono Network.

Cada vez son más los profesionales de diferentes sectores que quieren involucrarse con proyectos sociales ofreciendo lo que mejor saben hacer: su propio trabajo.

“Pro bono público” (expresión latina, más común como “pro bono”), consiste en ofrecer conocimientos profesionales a una causa social. Se trata de una práctica arraigada en el mundo jurídico. Sin embargo, cada vez son más los profesionales de diferentes sectores que quieren involucrarse con proyectos sociales ofreciendo lo que mejor saben hacer: su propio trabajo. Las entidades sociales beneficiarias de este trabajo, por su parte, (con gran dificultad para acceder a este tipo de consultorías a precio de mercado) consiguen un gran impacto en la mejora de su actividad. Y, por ende, en sus beneficiarios. El pro bono, o voluntariado profesional/basado en habilidades profesionales, es así una fórmula en la que todos los actores implicados ganan. Los profesionales, las entidades beneficiarias, las empresas u organizaciones que lo promueven y la sociedad en su conjunto.

Tras conocer la existencia de los “intermediarios pro bono” en octubre de 2014, me di cuenta del gran potencial que esta práctica podía tener. Entonces, (puesto que trabajaba en el sector del emprendimiento social), se encendió en mí la chispa de lo que meses más tarde sería mi propio proyecto, Work for Social, como intermediadora de todas aquellas personas y organizaciones que quieren aportar su conocimiento y talento profesional al servicio de un proyecto social.

Poco a poco, el proyecto fue evolucionando. Pasó de promover colaboraciones pro bono entre pymes y ONG, a explorar nuevos formatos de colaboración para grandes empresas con un denominador común: promover que las personas voluntarias sean capaces de responder a problemáticas en la gestión de una entidad social, a través de sus propios conocimientos profesionales.

Pero fue a finales de 2015, momento en el que Work for Social entró a formar parte de la red internacional Global Pro Bono Network, cuando entendí de verdad la gran envergadura de la práctica de pro bono y el movimiento internacional que se ha generado en torno a él. Muestra de ello es el evento internacional Pro Bono Week, que cada año celebramos en España de la mano de Impact Hub Madrid.

Esta nueva dimensión internacional de Work for Social me permitió pasar una estancia en París en Pro Bono Lab, gracias al programa de Erasmus para Jóvenes Emprendedores. Hizo consolidar no solo el modelo de sostenibilidad de Work for Social, sino perfeccionar la calidad de los programas que veníamos ofreciendo a las empresas y ONG.

Resolver problemáticas sociales con otros colectivos vulnerables a través del pro bono

La propia madurez del proyecto ha hecho que desde Work for Social hayamos pasado de centrarnos en ofrecer programas de corta duración a empresas, como nuestro Maratón Pro Bono, sino en crear proyectos de larga duración para promover la práctica de pro bono en estudiantes, mejorando su empleabilidad (nuestro proyecto “Boosting Employability and Empowering Social Engagement through Pro Bono, the BEESE Project” con financiación del programa Erasmus + y en el que trabajamos con 9 socios de 5 países, entre ellos, 4 universidades) o en el reciente programa que hemos traído desde Japón, “Mamabono”, que pretende ayudar a mejorar la conexión laboral de las mujeres en baja de maternidad a través del pro bono.

De este tipo de proyectos en otras partes del mundo pudimos conocer hace poco en Madrid en la última European Pro Bono Summit, que co-organizamos el pasado octubre con la Fundación Hazloposible y que contó con el apoyo de Impact Hub Madrid.

Por el hecho de contar con un conocimiento  o formación específica, todos tenemos una responsabilidad con la sociedad.

Estoy muy orgullosa de poder trabajar en la promoción de esta práctica desde Work for Social y la Global Pro Bono Network. Por ello, suscribo la actual campaña que están promoviendo desde Francia nuestros homólogos Pro Bono Lab, que cuenta ya con casi 300 firmas: “todo conocimiento es un bien público”. Y es que, por el hecho de contar con un conocimiento o formación específica, todos tenemos una responsabilidad con la sociedad. Hemos de ponerla al servicio de las actuales problemáticas sociales e involucrarnos activamente a lo largo de toda nuestra carrera profesional y más allá. Pongámonos todos en modo #probono.

Post publicado en Impact Blog de Impact Hub Madrid. 

Emprendimiento social y storytelling

Ousman Umar es un joven de Ghana residente en Barcelona que ha sufrido en primera persona la cara más dura de la inmigración. Con tan sólo 9 años abandonó su puedo natal para convertirse en aprendiz de mecánico. En la ciudad pronto conoció historias de una Europa idealizada y decidió emprender un viaje hacia esta tierra prometida.

Pero no todo era como se había imaginado: cayó en manos de la mafia de tráfico de personas durante el viaje por el desierto de camino a Libia. En este país tuvo que pasar cinco años para reunir el dinero suficiente para atravesar en patera el camino que le separaba de Europa. Una vez allí, llega a Barcelona, donde tiene la suerte de ser acogido por una familia, lo que le permite tener acceso a trabajo y educación, llegando en 10 años de ser prácticamente analfabeto, a cursar actualmente estudios universitarios.

Ousman quiere evitar que los jóvenes de su país sufran lo que vivió él durante su periplo y por eso, este emprendedor social ha fundado la ONGD NASCO ICT que tiene como fin como fin crear una red de aulas de informática en escuelas rurales de Ghana, con la finalidad de familiarizar  a los niños con herramientas digitales y facilitarles así el acceso a la información.

La mayoría de los emprendedores sociales cuentan con una gran historia detrás que alimenta sus ganas de transformar la realidad. Quizá no todas sean tan impactantes como la de Ousman, pero sin duda, merece la pena conocerlas.

¿Te animas a compartir tu historias en el próximo taller sobre comunicación empresarial?

-Os dejo aquí el enlace a una entrevista de Ousman en televisión.-

Diseño social para cambiar las cosas

Soy muy fan del proyecto DiseñoSocial.org. Tanto, que estoy volviendo a seguir el curso de comunicación y diseño social que ya hice hace un par de años. En él se hablaba hace unas semanas acerca de la sostenibilidad del diseño, y de cómo las ideas del visionario y filósofo del diseño Victor Papenek,- autor del libro «Diseño para un mundo real» -, están cobrando fuerza en la situación de crisis actual. Ideas de un diseño social, abierto y participativo, que están detrás de movimientos como el crowdfunding, el Peer to Peer (P2P), el procomún,…

Acorde con esto, dí a parar el otro día en una revista con el proyecto de Curro Claret, exponente en nuestro país del diseño social y sostenible, que desde hace más de diez años trabaja con indigentes rescatados de la calle para diseñar muebles hechos con materiales reciclados. Un proyecto inspirador que combina sostenibilidad e impacto social, ejemplo de que otra forma de hacer las cosas es posible.

Y con esta energía y ganas de cambiar las cosas nos juntaremos alrededor de 20 proyectos este sábado en la Plaza del Emprendimiento Social (#plazasocent). Proyectos de educación, tecnología, salud, alimentación,… con los que será un placer compartir experiencias a lo largo de la mañana.

Nos vemos este sábado en Impact Hub Madrid en el stand de Work for Social para contaros un poco más a fondo en qué consiste este proyecto.